La voz de reforma
Bastó la voz de algunos estudiantes exigiendo reformas tributarias...
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Franco Brzovic
Bastó la voz de algunos estudiantes exigiendo reformas tributarias para que una parte importante de la dirigencia del país y tantos otros se pusieran de pie.
Varias propuestas han aparecido, sin nada afinado aún. El gobierno nos informó que después de aprobada la ley de Presupuestos presentará iniciará el análisis de un proyecto con algunos ajustes tributarios.
El lector se dará cuenta con facilidad que el impuesto principal en juego para una de quienes claman reforma es el de la Renta, especialmente aquellos que rigen la relación de la empresa con sus socios.
La crítica se ha centrado en el bajo impuesto que paga la empresa y que la estructura actual está algo pasada de moda. La complejidad es parte también de este tema.
Recordemos que el sistema en Chile, creado en el año 1984 con el objeto de aliviar el endeudamiento privado, dispone que la empresa paga un impuesto denominado Primera Categoría cuando obtiene utilidades y sus socios o accionistas, personas naturales, cuando las retiran. El impuesto y carga final se conoce en el momento que los socios retiran, siendo la tasa promedio similar a la media mundial. A la fecha se estima que las utilidades no retiradas significan unos
US$ 220 mil millones.
Decíamos también que algunos críticos sostienen que esa fórmula ya cumplió su objetivo agregando que derivó en una gran concentración de la propiedad.
Pues bien, para llegar a conclusiones acertadas, por una parte es necesario evaluar si el menor flujo de impuestos al Fisco, producto de una tasa más baja en Primera Categoría que el promedio de otros países, traducido para las empresas en capital de trabajo, significó más actividad, y cuanto más impuestos generó.
Por otra parte y frente a una mayor carga tributaria de la empresa, es necesario resolver quien absorbe ese mayor impuesto, si los socios o accionistas, los trabajadores o bien el consumidor final, respuesta que nos llevará una mejor sustentación de cualquier reforma.
Otros también critican que nuestro sistema tributario es complejo. No hay duda que es así, pero lo es para todos los regímenes mundiales. Sin embargo, y también a diferencia del resto de otros países, y salvo escasas excepciones, la autoridad tributaria chilena es capaz de ofrecer las declaraciones de impuestos a más del 80% de los contribuyentes, lo que suple en gran parte la complejidad. Parece ser que el antiguo aforismo de que el pasto del jardín de vecino es siempre más verde, es atingente a nuestro caso.
Cabría preguntarse finalmente si es oportuno el cambio de sistema ahora en vista de la crisis económica mundial que se nos avecina. Las causas probablemente no son las mismas del 84, razón más que suficiente para estudiarlo más a fondo antes de cualquier propuesta, lo que podrá resultar en mantenerlo o bien introducirle algunas modificaciones.